
Con el invierno llega la calama, la quietud, el frío hace que nos recojamos, que nos quedemos en casa calentitos, sin movernos del lado de la estufa.
Brrr... Nos encogemos de frío. Corremos para llegar a casa y acurrucarnos en la cama o en el sofá. Nos da pereza salir y preferimos dormir o descansar. Llueve, nieva, hiela, hay niebla o humedad. El agua esta presente en todas sus formas. Y tenemos menos horas de luz solar. Es como si tuviéramos ganas de hibernar.
Es una época Lunar, desde todas las culturas, al frío, la oscuridad, lo profundo, lo interior, las emociones... al poder de lo femenino. Y algunas de éstas cualidades, por desconocidas, nos producen miedo.
El color negro y azul marino pertenecen a esta estación y hace referencia a la mayor oscuridad y a la necesidad de concentrar las energías hacia el Interior: la naturaleza se despoja de todo lo externo (hojas, flores), mientras que la savia sigue corriendo en su interior y en las profundidades de la tierra (raíces y semillas).
Ponemos nuestra voluntad al servicio del subconsciente para alcanzar nuestro Norte.