lunes, 30 de marzo de 2009



HERMOSA


¡Cuán hermosa tú, la desvelada! Te lleva y te moldea dulce viento encima de jardines y de estatuas. Tu cuerpo es el de Venus en la orilla eternamente mar dentro del alba.
Acude siempre a mí, séme propicia. La fiesta de las hojas en sus ramas te rinden los esbeltos soñadores que en movibles racimos se levantan.
No tengo ni una flor... Sólo mi tronco aloja por frutal una campana. Lluvia que contemplo, melancólica: no crezcas para mí. Vivo inundada.

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